viernes, 12 de marzo de 2010
Tres fueron los objetivos fundamentales que persiguieron los alquimistas.

1. Por un lado intentaron la transformación de metales innobles, como el plomo y el cobre, en metales preciosos, como la plata y el oro.
2. Además, trataron de crear una sustancia que fuera capaz de curar todas las enfermedades.
3. Finalmente, se aplicaron a descubrir el elixir de la inmortalidad

Todo se resumía en la búsqueda de la piedra filosofal, considerada como la única sustancia capaz de lograr la transmutación, la panacea universal y la inmortalidad. La creencia más extendida afirmaba que esta sustancia, puesta en un metal innoble como el hierro, mediante el proceso de fusión sería transformada en oro.


La Piedra Filosofal

Los alquimistas de la edad media creían que para lograr la transmutación de metales como el plomo, sin gran valor, en oro o plata había que agregar y combinar una cantidad justa de Mercurio para lograr la transmutación. Por otro lado también pensaban que para que esta reacción se produzca tendría que ocurrir en presencia de un catalizador al que se llamó piedra filosofal. La historia de la alquimia es básicamente la búsqueda de este catalizador.

He aquí un tratado sobre la piedra filosofal de la edad media:

Pasos para lograr la Piedra Filosofal según autor anónimo de la edad media

Primera parte de la obra

Tomad doce partes del más puro menstruo de una hembra prostituida y una parte del cuerpo inferior perfectamente lavado, mezcladlo todo junto hasta que toda la materia sea amalgamada en un vaso ovalado y de cuello largo Pero es necesario añadir primero al cuerpo dos o cuatro partes del menstruo, y dejarlo reposar aproximadamente durante quince días, tiempo en el que se realiza la disolución del cuerpo.

Tomad después esta materia y estrujadla para extraer de ella el menstruo, que guardaréis sobre el cuerpo que quedará tras la compresión, añadiréis una o dos partes de nuevo menstruo, y lo dejaréis reposar aún ocho días, después de los cuales procederéis como al principio, reiterando en lo mismo hasta que todo el cuerpo sea llevado a agua.

Todas estas operaciones se harán a fuego lento de cenizas y con el vaso bien cerrado (bouché avec de la carte).

Segunda parte de la obra

Tomad toda el agua de vida y colocadla en un vaso cerrado como el de antes, y con el mismo grado de fuego de cenizas, que es el primer grado de fuego, cada ocho días se formará una piel negra que flotará en la superficie y que es la cabeza del cuervo, la cual mezclaréis con el polvo negro depositado en el fondo del vaso, después de haber tirado por inclinación el agua de vida.

Volveréis a colocar esa agua en el vaso y volveréis a proceder del mismo modo, hasta que ya no se forme más negrura.

Tercera parte de la obra

Tomad toda la cabeza de muerto que habéis amasado y colocadla en el huevo filosófico a fuego de cenizas de encina, y sellad herméticamente su orificio, pero usad una sola pasta en las junturas de las dos partes del huevo a fin de que pueda ser abierto con facilidad.

Durante los primeros ocho días, más o menos, no daréis más de beber a vuestra tierra negra y muerta, porque está aún embriagada de humedad. Después, cuando haya sido desecada y alterada, la abrevaréis con agua de vida en igual peso. Abriendo el vaso a este efecto, mezcladlo bien y, a continuación, lo volvéis a cerrar y lo dejáis reposar, no hasta que sea totalmente desecado, sino sólo hasta la coagulación; continuad después imbibiendo hasta que la materia haya absorbido toda el agua.

Cuarta parte de la obra

Tomad después esta materia y colocadla en un huevo a fuego de segundo grado, dejándola así durante algunos meses hasta que finalmente, después de haber pasado por diversos colores, se vuelva blanca.

Quinta parte de la obra

Una vez la tierra sea blanca, tendrá una potencia apropiada para recibir la semilla, a causa de la fecundidad que ha adquirido por las operaciones precedentes. Tomad pues esta tierra, después de haberla pesado, y divididla en tres partes. Tomad una parte de fermento, cuyo peso sea igual a una de las partes de vuestra materia dividida y cuatro partes del menstruo de la hembra prostituida, y haced una amalgama con el fermento laminado, como antes, y con el menstruo, y haced la disolución a calor lento durante catorce días, hasta que el cuerpo sea reducido a una cal sutil, pues aquí no se busca el agua de vida.

Tomad después el menstruo con la cal del cuerpo y las tres partes de vuestra tierra blanca, y haced con todo esto una amalgama en un mortero de mármol, amalgama que pondréis en un vaso de cristal a fuego de segundo grado durante un mes.

Finalmente, dadle al fuego su tercer grado hasta que la materia se vuelva muy blanca, y su aspecto será como el de una masa grosera y dura como la piedra pómez, pero pesada.

Hasta aquí llega la operación de la piedra al blanco. Para hacer la piedra al rojo se debe operar de la misma manera, pero al final es necesario someterlo a fuego de tercer grado durante más tiempo y de forma más vehemente que para la piedra al blanco.

Sexta parte de la preparación de la piedra para hacer la proyección

Son muchos los que han hecho la piedra desconociendo, sin embargo, la manera de hacer la preparación para hacer la proyección. Y, sin embargo, la piedra hecha y acabada no hace ninguna transmutación si no se hace que tenga ingreso en los cuerpos. Por ello, romped vuestra piedra a trozos, moledla y colocadla en un vaso bien enlutado hasta el cuello para que pueda soportar un gran fuego, como el de cuarto grado, y sometedlo a fuego de carbón tan fuerte que la arena alcance una temperatura tal que al lanzar sobre ella unas gotas de agua se oiga un ruido, y tan fuerte que no sea posible tocar con la mano el cuello del vaso que está sobre la arena a causa de su gran calor.

Mantened vuestro vaso en este grado de fuego hasta que vuestra materia se convierta en un polvo muy sutil y muy ligero, cosa que, de ordinario, ocurre en el espacio de un mes y medio.

Séptima y última parte del aumento y multiplicación de la piedra

Una vez hayáis hecho la piedra, la podéis multiplicar hasta el infinito sin necesidad de volver a hacerla de nuevo.

Una vez tengáis la piedra hecha y acabada por la quinta parte de la operación, tomaréis la mitad de ella para usarla en la preparación necesaria para la proyección, y la otra mitad la guardaréis para multiplicarla.

Pesad pues esta parte, y si pesa tres partes, tomad una parte, pero no del menstruo, sino del agua de vida. Tendréis de este modo cuatro partes que pondréis en un huevo a fuego de segundo grado durante un mes, después del cual pasaréis al tercer grado del fuego hasta el final, como ya hemos enseñado antes en la quinta parte de la operación.

Los Siete Principios

Libavius, Andreas (1560 - 1616). Alchemia Andreae Libavii. Frankfurt, 1597
Los alquimistas creyeron firmemente en la existencia de siete principios básicos, que fueron utilizados para crear sistemas simbólicos. Estos siete fundamentos eran el fuego, el aire, la tierra y el agua, además de otros tres elementos esenciales: la sal, el mercurio y el azufre. El primer libro de texto de química, Alchemia, fue escrito por Andreas Libavius (Alemania, 1597). El apogeo de la alquimia occidental tradicional está entre 1450 y 1650; hubo alquímicos aislados antes y después. Quien mejor la sintetiza es Paracelso (Suiza, 1493-1541), con sus aportes a la concepción árabe, utilizada en conjunto con el modelo aristotélico de los cuatro elementos. Johann Baptista Van Helmont (Bélgica, 1579-1644), llamado el último alquimista y primer químico, hace su aparición a principios del siglo XVII.
La Filosofía Hermética recibe el nombre de su fundador, Hermes Trismegistos, un legendario personaje, que fue sacerdote egipcio en época helenística, y que dio una serie de enseñanzas recogidas por los textos herméticos. Hermes Trismegistos se encuentra en el origen de la tradición que tiene como frutos más destacados la literatura hermética y el Arte Hermético: la Alquimia occidental.

¿magia o ciencia?

La alquimia tiene su origen en los tiempos antiguos; evolucionó de forma independiente en China, India y Grecia. Con el paso del tiempo la práctica de la alquimia degeneró en superstición, pero sobrevivió como disciplina académica al extenderse a Egipto. En la Europa medieval resurgió cuando en el siglo XII se empezaron a estudiar obras árabes traducidas al latín. El redescubrimiento de los escritos de Aristóteles también desempeñó un papel importante, y a finales del siglo XIII fueron profundamente debatidos por los principales filósofos, científicos y teólogos de la época.

La alquimia durante la Edad Media fue una mezcla de ciencia, filosofía y mística. Lejos de estar incluidos en lo que hoy consideraríamos una disciplina científica, los alquimistas medievales consideraban que la pureza de mente, cuerpo y espíritu era necesaria para llevar a cabo su búsqueda alquímica.

La idea principal de la alquimia medieval era que toda materia se compone de cuatro elementos: tierra, aire, fuego y agua. Según esta teoría, con la combinación adecuada de elementos se puede formar cualquier sustancia en la tierra. Esto incluye los metales preciosos, así como elixires para curar enfermedades y prolongar la vida. Los alquimistas creían que era posible la transmutación

La alquimia medieval fue tanto arte como ciencia, y sus secretos profesionales se ocultaban bajo símbolos y nombres misteriosos.

Los alquimistas de la Edad Media tenían principalmente tres metas:

- Descubrir la relación del hombre con el cosmos y aprovechar esa relación para mejora de la humanidad.
- Encontrar la piedra filosofal, una sustancia esquiva que se creía que hacía posible la creación del elixir de la inmortalidad y la transmutación de sustancias comunes en oro.
- Ya a finales de la Edad Media, utilizar la alquimia como instrumento en el avance de la medicina (como hizo Paracelso).

Y también consiguieron algunos logros:

- Produjeron ácido clorhídrico, ácido nítrico, carbonato de sodio y potasio.
- Fueron capaces de identificar el arsénico, el antimonio y el bismuto.
- A través de sus experimentos inventaron y desarrollaron dispositivos de laboratorio, algunos de los cuales, en forma modificada, todavía se utilizan hoy en día.
- La práctica de la alquimia sentó las bases para el desarrollo de la química como disciplina científica.

La alquimia nunca fue enseñada en las universidades, sino que los conocimientos se transmitían clandestinamente de maestro a aprendiz. Atrajo a seguidores del ocultismo, con el que aún hoy es asociada, y no eran pocos los charlatanes que utilizaban la alquimia para engañar.

Debido a sus orígenes precristianos y al secretismo con que sus practicantes llevaban a cabo sus estudios, la alquimia fue condenada por la Iglesia y los alquimistas eran considerados herejes.
de una sustancia en otra, de ahí viene la típica imagen que hoy en día se tiene de ellos intentando convertir el plomo en oro.

Alquimia en la Edad Media

Los sucesores de los griegos en el estudio de las substancias fueron los alquimistas medievales, aunque sumergidos en la magia y la charlataneria, llegaron a conclusiones más razonables y verosímiles que las de aquéllos, ya que por lo menos manejaron los materiales sobre los que especulaban.

Durante la edad media, especialmente entre los siglos 5 y 15, la ciencia fue oscurecida por las inquietudes religiosas. Sin embargo, en el siglo 7 la ciencia reapareció con los árabes, quienes habían acumulado los antiguos conocimientos de los egipcios y de la filosofía antigua griega a través de la escuela alejandrina, fundando una práctica: la alquimia, el precedente de la química.

La alquimia europea fue heredada de los árabes de esta forma:

1º- La influencia árabe penetró en occidente primero por España: el califato de Córdoba alcanzó su apogeo durante los reinados de Abderramán II (912-961) y de al-Hákam II (961-976). Se crearon escuelas y bibliotecas que atrajeron a los estudiantes de todo el mundo mediterráneo. Según la tradición, el monje Gerbert, más tarde papa con el nombre de Silvestre II (999-1003), fue el primer europeo que conoció las obras alquímicas escritas por los árabes, aunque personalmente fuera sobre todo teólogo y matemático.

2º- Pero fueron principalmente las Cruzadas las que pusieron al occidente en relación con la civilización árabe y despertaron vivo interés por la ciencia oriental. Observemos también que Scicilia constituye un nexo entre Oriente e Italia: el astrólogo Miguel Escoto dedicó su De Secretis (1209), obra en la cual las teorías alquimistas estaban extensamente desarrolladas, a su maestro el emperador Federico II de Hohenstaufen.

La alquimia comenzó a ponerse de moda en occidente a mediados del siglo 12, época en la cual fue traducida del árabe al latín la obra conocida con el nombre de Turba philosophorum (la turba de filósofos). Las traducciones del árabe aumentaron progresivamente y suscitaron en el siglo 13 una extraordinaria boga literaria de la alquimia.

Los alquimistas consideraron los metales como cuerpos compuestos, resultantes de 2 propiedades comunes: el mercurio, que era lo metálico, y el azufre, que era lo combustible. Posteriormente consideraron un tercer principio, la sal, identificada con la solidez y la solubilidad. Estos principios alquimistas sustitutyeron durante la Edad Media a los elementos de la filosofía helénica. Una idea inmediata fue la posibilidad de conseguir la transmutación de los metales, mediante la combinación de esos tres principios, pero esta transmutación sólo podía ser factible en prescencia de un catalizador al que se llamó piedra filosofal. La historia de la alquimia es básicamente la búsqueda de la piedra filosofal. Por otra parte los alquimistas confundidos con magos y brujos, sufrieron persecución por parte de las autoridades religiosas.

Tratando de explicar las diversas propiedades de las sustencias, los alquimistas atribuyeron dichas propiedades a determinados elementos, que añadieron a la lista. Identificaron el mercurio como el elemento que confería propiedades metálicas a las sustancias, y el azufre, como el que impartía la propiedad de la combustibilidad.

Según aquellos alquimistas, una sustancia puede transformarse en otra simplemente añadiendo y sustrayendo elementos en las propiedades adecuadas. Un metal como el plomo, por ejemplo, podía transformarse en oro agregándole una cantidad exacta de mercurio. Durante siglos prosiguió la búsqueda de la técnica adecuada para convertir en oro un "metal base" y en esto se basó toda la alquimia medieval. En este proceso, los alquimistas descubrieron sustancias mucho más importantes que el oro, tales como los ácidos minerales y el fósforo.

Los ácidos minerales: nítrico, clorhídrico y, especialmente sulfúrico; introdujeron una verdadera revolución en los experimentos de la alquimia. Éstas sustancias eran ácidos mucho más fuertes que el más fuerte conocido hasta entonces (el ácido acético o vinagre), y con ellos podían descomponerses las sustancias, sin necesidad de emplear altas temperaturas ni recurrir a largos períodos de espera.

El primer ácido mineral en descubrirse fue probablemente el ácido nítrico, hecho por la destilación de salitre, vitriolo y alumbre. El que presentó más dificultades fue el ácido sulfúrico, que era destilado del vitriolo o alumbre solos pero requería contenedores resistentes a la corrosión y el calor. Mucho más difícil fue el ácido clorhídrico que era destilado de sal somún o sal de amoníaco y vitriolo o alumbre.

De todas formas, pocos alquimistas se dejaron tentar por éstos importantes éxitos secundarios, para desviarse de lo que éllos consideraban su búsqueda principal. Muchos simulaban producir oro por medio de trucos de prestidigitación para ganar el apoyo financiero de los mecenas.

Los trabajos de los alquimistas de la Edad Media , aunque infructosos en el descubrimiento de la piedra filosofal y del elixir de la larga vida, y por tanto estériles, produjeron indudables progresos en la química de laboratorio, puesto que prepararon nuevas sustancias, inventaron aparatos útiles y desarrollaron técnicas empleadas más tarde por los químicos. Desde el punto de vista metodológico, se debe a los alquimistas una operación fundamental en química: la operación de pesar. Sus filtros exigían una dosificación minuciosa de los ingredientes que se mezclaban: así en sus laboratorios "fáusticos", los alquimistas eleboraron lo que más tarde iba a ser el método cuantitativo.

Alquiomia en el Renacimiento

Durante el renacimiento alquimista se había convertido en químico y alquimia había pasado a ser la ciencia llamada Química. Surgió un nuevo interés por las teorías griegas sobre el tema. Las investigaciones realizadas por los alquimistas de la edad media fueron usadas para fundar las bases de la química moderna. El conocimiento químico se amplió considerablemente y los científicos comenzaron a explicar el universo y sus fenómenos por medio de la química.

Comienzan a aparecer obras qúimicas en el sentido moderno de las palabra. Por otro lado la alquimia alcanza su apogeo, y se asocia cada vez más con la cábala, la magia y la teosofía

Todos los conocimientos químicos desarrollados durante la edad media comenzaron a ser vistos desde otra perspectiva mas científica y se formaron las bases sobre las cuales la química moderna se apoya. Sin embargo muchos químicos aceptaron algunas doctrinas de la época como marco de trabajo lo cual retrasó el desarrollo de la química aunque esta avanzó a grandes pasos durante ésta época.

En el brillante nacimiento de esta ciencia, uno de los primeros genios fue Robert Boyle, quien formuló la ley de los gases que hoy lleva su nombre. En su obra "El Químico Escéptico" (1661), Boyle fue el primero en establecer el criterio moderno por el cual se define un elemento: una sustancia básica puede combinarse con otros elementos para formar compuestos y que por el contrario éstas no pueden descomponerse en una sustancia más simple.

Sin embargo, Boyle conservaba aún cierta perspectiva medieval acerca de la naturaleza de los elementos. Por ejemplo creía que el oro no era un elemento y que podía formarse de algún modo a partir de otros metales. Las mismas ideas compartía su contemporáneo Issac Newton, quien dedicó gran parte de su vida a la alquimia.

Un siglo después de Boyle, los trabajos prácticos realizados por los químicos empezaron a poner de manifiesto que sustancias podían descomponerse en otras más simples y cuales no. Henry Cavendish demostró que el Oxígeno se combina con el hidrógeno para formar el agua, de modo que ésta no podía ser un elemento. Más tarde, Lavoisier descompuso el aire (que se suponía en ese entonces un elemento), en oxígeno y nitrógeno. Se hizo evidente que ninguno de los elementos de los griegos eran tales según el criterio de Boyle.

En cuanto a los elementos de los alquimistas, el mercurio y el azufre resultaron serlo en el sentido de Boyle. También lo eran el hierro, el estaño, el plomo, el cobre, la plata, el oro y otros no metálicos como el fósforo, el carbono y el arsénico. El elemento de Paracelso, la sal, fue descompuesto en dos sustancias más simples.

Desde luego, el que un elemento fuera definido como tal dependía del desarrollo alcanzado por la química en esa época. Mientras una sustancia no pudiera descomponerse usando las técnicas disponibles debía seguir siendo considerada como un elemento. Por ejemplo, la lista de 33 elementos formulada por Lavoisier incluía entre otros, los óxidos de cal y magnesio. Pero catorce años después de la muerte de Lavoisier en la guillotina durante la Revolución Francesa, el químico inglés Humphry Davy, empleando una corriente eléctrica para escindir las sustancias, descompuso la cal en oxígeno y en un nuevo elemento, el calcio; hizo lo mismo con el óxido de magnesio obteniendo oxígeno y un nuevo elemento: el magnesio.

A pesar del gran giro de esta ciencia en el renacimiento, todavía quedaba el gran objetivo de hacer oro en estudio, fenómeno que recien fue desaprovado científicamente en el siglo 19. Al estar basado el poderío de un país en la cantidad de oro que poseía en La metrópolis de la Alquimia, Praga, los emperadores Maximiliano II y Rodolfo II financiaban y entretenían a todos los alquimistas de Europa para mantenerlos en su poder y de poderse hacer oro ellos serían los dueños de éste.

Esto no Era una ventaja para los alquimistas. En 1595 Edward Kelley, alquimista inglés junto con John Dee, famosos astrólogo, alquimista y matemático, perdieron su vida en un intento de escapar de Rudolf II. En 1603 Christian II torturó a Scotsman Alexander Seton quien había viajado por Europa haciendo transmutaciones. La situación era complicada ya que los alquimistas estaban dejando la transmutación o la medicina para convertirse en religiosos y científicos de las teorías griegas.

Entre los libros más influyentes que aparecieron en esa época había trabajos prácticos sobre minería y metalurgia. Esos tratados dedicaban mucho espacio a la extracción de los metales valiosos de las menas, trabajo que requería el uso de una balanza o una escala de laboratorio y el desarrollo de métodos cuantitativos (véase Análisis químico). Los especialistas de otras áreas, especialmente de medicina, empezaron a reconocer la necesidad de una mayor precisión. Los médicos, algunos de los cuales eran alquimistas, necesitaban saber el peso o volumen exacto de la dosis que administraban. Así, empezaron a utilizar métodos químicos para preparar medicinas.

Esos métodos fueron promovidos enérgicamente por el excéntrico médico suizo Theophrastus von Hohenheim, conocido como Paracelso. Al crecer en una región minera se había familiarizado con las propiedades de los metales y sus compuestos, que según él eran superiores a los remedios de hierbas utilizados por los médicos ortodoxos. Paracelso pasó la mayor parte de su vida disputando violentamente con los médicos de la época, y en el proceso fundó la ciencia de la iatroquímica (uso de medicinas químicas), precursora de la farmacología. Él y sus seguidores descubrieron muchos compuestos y reacciones químicas. Modificó la vieja teoría del mercurio-azufre sobre la composición de los metales, añadiendo un tercer componente, la sal, la parte terrestre de todas las sustancias. Declaró que cuando la madera arde "lo que se quema es azufre, lo que se evapora es mercurio y lo que se convierte en cenizas es sal". Al igual que con la teoría del azufre-mercurio, se refería a los principios, no a las sustancias materiales que responden a esos nombres. Su hincapié en el azufre combustible fue importante para el desarrollo posterior de la química. Los iatroquímicos que seguían a Paracelso modificaron parte de sus ideas más extravagantes y combinaron las fórmulas de él con las suyas propias para preparar remedios químicos. A finales del siglo XVI, Andreas Libavius publicó su Alchemia que organizaba el saber de los iatroquímicos y que se considera a menudo como el primer libro de química.

En la primera mitad del siglo XVII empezaron a estudiar experimentalmente las reacciones químicas, no porque fueran útiles en otras disciplinas, sino más bien por razones propias. Jan Baptista van Helmont, médico que dejó la práctica de la medicina para dedicarse al estudio de la química, utilizó la balanza en un experimento para demostrar que una cantidad definida de arena podía ser fundida con un exceso de álcali formando vidrio soluble, y cuando este producto era tratado con ácido, regeneraba la cantidad original de arena (sílice). Esos fueron los fundamentos de la ley de conservación de la masa. Van Helmont demostró también que en ciertas reacciones se liberaba un fluido aéreo. A esta sustancia la llamó gas. Así se demostró que existía un nuevo tipo de sustancias con propiedades físicas particulares.

En el siglo XVI los experimentos descubrieron cómo crear un vacío, algo que Aristóteles había declarado imposible. Esto atrajo la atención sobre la antigua teoría de Demócrito, que había supuesto que los átomos se movían en un vacío. El filósofo y matemático francés René Descartes y sus seguidores desarrollaron una visión mecánica de la materia en la que el tamaño, la forma y el movimiento de las partículas diminutas explicaban todos los fenómenos observados. La mayoría de los iatroquímicos y filósofos naturales de la época suponían que los gases no tenían propiedades químicas, de aquí que su atención se centrara en su comportamiento físico. Comenzó a desarrollarse una teoría cinético-molecular de los gases. En esta dirección fueron notables los experimentos del químico físico británico Robert Boyle, cuyos estudios sobre el 'muelle de aire' (elasticidad) condujeron a lo que se conoce como ley de Boyle, una generalización de la relación invrsa entre la presión y el volumen de los gases.

A finales del renacimiento con el nacimiento de la química moderna, la alquimia se había transformado en una ciencia con objetivos religiosos ocupando su lugar la química moderna que llevaría a cabo descubrimientos sorprendentes durante los siglos 18, 19 y 20.

La Alquimia en Grecia, Arabia, India y China

Grecia

Los orígenes de la química se pierden en la noche de los tiempos. Estos orígenes son técnicos y mágicos a la vez. Cuando se funda la civilización griega, ya se conocen el cobre, el bronce y el hierro; el oro y la plata se usan para ornamentos y el plomo fácil de trabajar estálejos de ser ignorado. Se conoce la manera de obtener tintes (púrpura del múrex), de fundir los esmaltes y desde la más remota antiguedad, se extrae el cinabrio (sulfuro rojo), un líquido brillante como la plata, muy pesado y que posee todas las propiedades de un metal.

Los primeros filósofos griegos, cuyo método de planteamiento de la mayor parte de los problemas era teórico y especulativo, llegaron a la conclusión de que la tierra estaba formada por unos cuantos elementos o sustancias básicas. Empédocles de Agriento, alrededor del 430 a.C. estableció que tales elementos eran cuatro: tierra, aire, agua y fuego. Un siglo más tarde, Aristóteles supuso que el cielo constituía un quinto elemento, el éter. Los griegos creían que las substancias de la tierra estaban formadas por las distintas combinaciones de estos elementos en distintas proporciones.

Los griegos se planteaban la cuestión de si la materia era continua o discontinua, es decir si podía ser dividida y subdividida indefinidamente en un polvo cada vez más fino, o si, al término de este proceso se llegaría a un punto en el que las partículas fuesen indivisibles. Leucipo de Mileto y su discípulo Demócrito de Abdera (aprox 450 a.C.) insistían en que la segunda hipótesis era la verdadera. Demócrito dio a éstas partículas el nombre de átomos (o sea no divisible). Llegó incluso a sugerir que algunas substancias estaban compuestas por diversos átomos o combinaciones de éstos. También pensaba que una sustancia podía convertirse en otra al ordenar sus átomos de diferente manera. Si tenemos en cuenta que es sólo una sutil hipótesis, es sorprendente la exactitud de esta intuición. Pese a que la idea pueda parecer hoy evidente, estaba muy lejos de serlo en la época en que Platón y Aristóteles la rechazaron.

En el 600 a.C. el filósofo griego Tales de Mileto descubrió que una resina fósil descubierta en las playas del Báltico, a la cual nosotros llamamos ámbar y ellos llamaron elektron tenía la propiedad de atraer plumas, hilos o pelusa al ser frotada con un trozo de piel.

El pensamiento alquímico de la antigua Grecia se basó en teorías y especulaciones y muy pocas veces en la experimentación. Muchas de las escrituras griegas del tema se conservaron y despertó el estudio de ésta ciencia en la edad media.

Arabia

La alquimia árabe es tan misteriosa en sus orígenes como la griega. Durante los califatos de los Abasidas desde 750 a 1258, floreció en Arabia una escuela de farmacia. El primer trabajo conocido de esta escuela es la obra que se difundió en Europa en su versión latina titulada De alchemia traditio summae perfectionis in duos libros divisa, atribuido al científico y filósofo árabe Abú Musa al-Sufí, conocido en Occidente como Geber; este trabajo, que podemos considerar como el tratado más antiguo sobre química propiamente dicha, es una recopilación de todo lo que se creía y se conocía por entonces

Algunos historiadores sugieren que la alquimia árabe desciende de una escuela asiática occidental mientras que la alquimia griega desciende de una escuela egipcia. Esta escuela asiática no es ni china ni india. Se puede afirmar que la alquimia árabe estaba asociada con una ciudad específica en Siria, Harran, que, según parece, fue en la que se desarrollaron la mayor parte de los conocimientos alquímicos árabes.

Los alquimistas árabes trabajaron con oro y mercurio, arsénico y azufre, y sales y ácidos, y se familiarizaron con una amplia gama de lo que actualmente llamamos reactivos químicos. Ellos creían que los metales eran cuerpos compuestos, formados por mercurio y azufre en diferentes proporciones

El alquimista árabe más grande fue seguramente ar Razí (850-923), un científico persa que vivía en Baghdad. Ar Razí clasificó a los materiales usados por el alquimista en cuerpos (a los metales): piedras, vidrio, sales, etc. Y espíritus: mercurio, azufre, amoníaco, etc. El real objetivo de éstos alquimistas era el de producir oro por medio de reacciones catalíticas de ciertos elementos. Ar Razí escribió un libro sobre las aguas fuertes que según los estudiosos del tema no eran mas que soluciones de sal corrosivas.

Las escrituras de Ar Razí representan el apogeo de la alquimia árabe. No se sabe si se dedicó a la medicina que siguió siendo independiente aunque hubo una tendencia árabe de dar mayor énfasis a los remedios minerales que a los provenientes de plantas que fueron los remedios por excelencia en la cultura griega.

Allá por el año 670 d.C., un alquimista sirio, Calínico, inventó según se cree el fuego griego. Era una mezcla de cal viva, petróleo y azufre a la que se le atribuye la salvación de Constantinopla cuando los musulmanes le pusieron sitio por primera vez. Al entrar en contacto con el agua la cal viva se encendía y el petróleo ardía en llamas.

Muchos de los escritos árabes revelaban un carácter místico que contribuía poco al avance de la química, pero otros intentaban explicar la transmutación en términos físicos. Los árabes basaban sus teorías de la materia en las ideas aristotélicas, pero su pensamiento tendía a ser más específico, sobre todo en lo referente a la composición de los metales. Ellos creían que los metales consistían en azufre y mercurio, no propiamente estas sustancias que conocían muy bien, sino más bien el principio del mercurio, que confería la propiedad de fluidez a los metales, y el principio del azufre que convertía en combustibles a las sustancias y corroía a los metales. Las reacciones químicas se explicaban en términos de cambios en las cantidades de esos principios dentro de las sustancias materiales.

India

La Alquimia China está muy relacionada con la hindú, durante el auge de éstas civilizaciones éstas se mantuvieron en estrecho contacto por lo que muchas ideas acerca de la alquimia coinciden. Se cree que las heredaron de los Griegos traídas por Alejandro Magno en sus conquistas.

Las Vedas (las más antiguas escrituras sagradas hindúes), contienen algunas pistas sobre la alquimia en la antigua India que presentan semejanzas con la alquimia de la antigua China. Los Chinos e hindúes planteaban la relación entre el oro y la larga vida.

El mercurio que fue tan importante en la alquimia occidental es mencionado por Arthashastra durante los siglos 3ro y 4to a.C. se planteaba la posible conversión de metales comunes en oro.

Pero la alquimia de la medicina y la inmortalidad eran los principales intereses de los hindúes. No parecía muy importante la conversión de metales. En la India los elixires de la inmortalidad no eran de gran importancia y se trataba de simples remedios minerales para algunas enfermedades.

Los Chinos e Hindúes asociaban a la alquimia con el misticismo religioso aunque a partir de los siglos 10 al 12 esto cambió. Se encontraron escrituras claramente alquímicas pertenecientes a estos siglos.

Los primeros pensamientos filosóficos hindúes (siglo5 a.C.) planteaban a la naturaleza como una concepción de elementos materiales (fuego, viento, agua, tierra y espacio). China e India poseían grandes recursos de salitre.

Uno de los grandes descubrimientos fue la sal de amoníaco descubierto durante los siglos 1 y 2 d.C. Su importancia se basó en su capacidad de sublimación disociándose en 2 materiales corrosivos, amoníaco y ácido clorhídrico los cuáles atacan fuertemente a los metales.

China

Resulta muy complicado determinar la aparición de la alquimia en el pensamiento humano pero las evidencias parecen demostrar que ésta se desarrollo antes en China que en Occidente. La alquimia china esta relacionada con propósitos más antiguos que la metalurgia o la medicina. Planteaba la inmortalidad física y se remonta al siglo 8 a.C. Para el siglo 4 a.C. planteaba que esto se lograría con drogas mágicas denominadas el elíxir de la vida, y lo planteaba como una solución de oro lo cual era hipotético por la dificultad de disolver oro.

Son posibles las influencias indias ya que la alquimia china es muy similar a la india. Talvés la alquimia se desarrollo en China como un asunto doméstico. Se le asoció al taoísmo, religión mística formada en el siglo 6 a.C.

Los tratados sobre alquimia más antiguos conocidos relacionan a la alquimia con las matemáticas místicas de 64 hexagramas (figuras de 6 líneas usadas para adivinación). La relación con la práctica química es tenue pero menciona algunos materiales e implica operaciones químicas. El primer alquimista chino que fue razonablemente conocido fue Ko Hung (283-343 d.C.), quien escribió un libro conteniendo obscuras recetas para elixires, en su mayor parte compuestos de arsénico y mercurio. El libro alquímico chino más famoso es el Tan chin yao chuen (grandes secretos de la alquimia), probablemente escrito por Sun Ssu-miao (581-673 d.C.), y es un tratado práctico en la creación de elixires (mercurio, azufre y las sales de mercurio y arsénico son prominentes) para lograr la inmortalidad, plantea otras sustancias para la cura de enfermedades y la fabricación de piedras preciosas.

Sin embargo, las igualdades entre los materiales usados en la alquimia china, hindú y occidental son más sorprendentes que sus diferencias. De todas maneras la alquimia china difiere de la occidental por sus objetivos. Mientras que en occidente los objetivos principales eran la transmutación de sustancias y los elixires de inmortalidad, ninguno de estos dos objetivos parecen haber sido muy importantes en China.

La alquimia china fue consistente desde el principio, y hubo una pequeña controversia en su historia. Los alquimistas chinos han variado sus recetas para los elixires de la inmortalidad o talvés sólo cambiaron sus nombre; de todas formas se han encontrado aproximadamente 1000 recetas. En occidente había conflictos entre los partidarios de la farmacia química y hierbal. En China los remedios minerales fueron siempre aceptados. En Europa había conflictos entre los que pensaban que el objetivo principal de la alquimia era hacer oro y los que creían que era el desarrollo de nuevas medicinas. En China este último fue el dominante.

La alquimia china siguió su propio camino mientras que en occidente las numerosas promesas religiosas de la inmortalidad hicieron que la alquimia no tuviera como prioridad lograr la inmortalidad. Las deficiencias de la religión china le dieron a la alquimia la oportunidad de llenar ese lugar. Muchos de los elixires desarrollados por los chinos eran venenosos lo que llevó a los alquimistas chinos a moderar se peligrosidad variando sus ingredientes o por medio de manipulaciones químicas. El gran deseo de los chinos por la inmortalidad llevó al historiador inglés de la ciencia Joseph Needham a realizar una lista sobre los emperadores chinos que murieron por envenenamiento a causa de la ingestión de dichos elíxires. Finalmente una sucesión de muertes reales hicieron a los alquimistas y emperadores mas cuidadosos y la alquimia china desapareció. Talvés el pueblo chino adoptó el budismo que ofrecía formas más fáciles de lograr la inmortalidad.

Uno de los descubrimientos químicos más grandes fue la pólvora desarrollada en China (mezcla de salitre, azufre y carbón). Los chinos la conocían desde mucho antes que en occidente aunque estos la usaban para hacer fuegos artificiales. La pólvora llegó a Europa en el Siglo 13.