
Los alquimistas creyeron firmemente en la existencia de siete principios básicos, que fueron utilizados para crear sistemas simbólicos. Estos siete fundamentos eran el fuego, el aire, la tierra y el agua, además de otros tres elementos esenciales: la sal, el mercurio y el azufre. El primer libro de texto de química, Alchemia, fue escrito por Andreas Libavius (Alemania, 1597). El apogeo de la alquimia occidental tradicional está entre 1450 y 1650; hubo alquímicos aislados antes y después. Quien mejor la sintetiza es Paracelso (Suiza, 1493-1541), con sus aportes a la concepción árabe, utilizada en conjunto con el modelo aristotélico de los cuatro elementos. Johann Baptista Van Helmont (Bélgica, 1579-1644), llamado el último alquimista y primer químico, hace su aparición a principios del siglo XVII.
La Filosofía Hermética recibe el nombre de su fundador, Hermes Trismegistos, un legendario personaje, que fue sacerdote egipcio en época helenística, y que dio una serie de enseñanzas recogidas por los textos herméticos. Hermes Trismegistos se encuentra en el origen de la tradición que tiene como frutos más destacados la literatura hermética y el Arte Hermético: la Alquimia occidental.
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